El Club Siglo XXI el 29 de febrero de 1988 convida un joven político que acaba de ganar las elecciones a la presidencia de la Comunidad de Castilla y León, José María Aznar. Ante los más de mil asistentes entre los que se encontraba además del propio presidente de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha, dirigentes importantes como Miguel Herrero, Loyola de Palacio, Alberto Ruíz-Gallardón. “No hemos sabido o no hemos querido hacer una alternativa eficaz”, “Tenemos que recuperar el vigor de la vida política española”, “Debemos culminar la estrategia con un congreso integrador y solidario, con un profundo debate que nos lleve a la vanguardia de la estrategia de todo el centro-derecha. El debate contribuirá a despejar la fatalidad que recorre España de pensar que no hay alternativa al actual equipo del Gobierno socialista”, “No se trata de conseguir más votos que el PSOE, sino más escaños”.

Tras su intervención en el Club Siglo XXI José María Aznar se consagraría como el futuro líder de Alianza Popular que después de su refundación como Partido Popular en 1989, sería nombrado candidato por el PP a las elecciones generales de 1989 y presidente de este en 1990. En 1996 ganaría las elecciones a la presidencia del Gobierno acabando con casi 14 años de hegemonía socialista.

"Corazonadas de AP"
La elección de Hernández Mancha como sucesor de Fraga, hace un año, tuvo mucho de apuesta. Era tal el desconcierto en la derecha por la repetida victoria socialista de 1986 que los aliancistas se dejaron llevar por un entusiasmo precipitado. Al dar su confianza a Hernández Mancha obedecieron a una especie de corazonada. Tal vez las cosas irían con ese chico. Transcurridos 12 meses, en los que han ocurrido episodios como el ridículo de la moción de censura -que se prentendió plataforma de lanzamiento y resultó tobogán hacia las aguas heladas de la frustración-, no parece que la estatura política del sucesor haya aumentado. No , al menos, desde el punto de vista de su credibilidad como candidato a hacer sombra a Felipe González. La ascensión de Suárez en las encuestas ha aumentado el desconcierto. Y con él, la tentación de sucumbir a nuevas corazonadas.